Oscuridad

Oscuridad

La “liberación femenina”



¿Doctrina de demonios..?
 

1.- Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios. (1ª Timoteo 4:1)

La Biblia registra claramente advertencias proféticas de la corrupción de la comunidad cristiana, calificando como “apóstatas” a quienes prefieren escuchar a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios.
Las iglesias denominacionales de hoy son un clarísimo ejemplo de tales enseñanzas plagadas de influencia demoniaca, que millonadas de creyentes siguen como si fueran doctrinas de YHWH.
Entre éstas doctrinas torcidas están el establecimiento de una jerarquía espiritual humana donde apóstoles modernos, profetas, maestros, evangelistas y demás sarta de categorías, se colocan por encima de las ovejas de Cristo exigiendo hacia ellos la misma obediencia debida a Cristo, con la pobre excusa sin fundamento bíblico alguno, de que Cristo ha designado ayudantes humanos a quienes los cristianos deben reverencia y obediencia absolutas.
También está el asunto del diezmo, que estos descarados mercenarios de la fe cobran bajo la amenaza de terribles maldiciones a quien no ofrende religiosamente a las arcas del pastor y su familia. Todas estas cosas –además de otras- no forman parte del evangelio de la Gracia enseñado por Cristo El Mesías y sus apóstoles.

El apóstol Pablo advirtió al respecto:7.- Sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo.
8.- Más si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema.
9.- Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema. (Gálatas 1:7-9)

Anatema es alguien maldito para YHWH; anatema es alguien que no tiene posibilidad de ser rescatado por el sacrificio de Cristo. Esto está prefigurado en la ley:
29.- Ninguna persona separada como anatema podrá ser rescatada; indefectiblemente ha de ser muerta
. (Levítico 37:29)

Otra mentira doctrinal que introdujeron falsos maestros pervertidos, es la doctrina mundana de la “liberación femenina”, corriente bajo la cual muchas mujeres se ampararon a mediados del siglo XX y que trajeron como consecuencia la relajación de las costumbres morales, el abandono y la destrucción de hogares debido al “derecho” de las mujeres para salir a competir con el hombre de igual a igual en el mercado laboral, o el “derecho” a la promiscuidad sexual, el uso de tabaco, alcohol y drogas cuyos usos y abusos, hasta entonces, habían sido monopolizados casi en su totalidad por el varón.

Son conocidas las consecuencias que, para la sociedad, trajo esta “revolución” de género. La violencia se disparó en forma alarmante, el delito escaló de manera increíble y los hijos de estas madres “liberadas” fueron más proclives a las conductas antisociales, al suicido y a las drogas.

Hasta mujeres “cristianas” han cedido a lo llamativo de la oferta de la “liberación femenina” y han caído en una forma de dominación y control sobre sus esposos y, que la Escritura condena abiertamente.

No vamos a discutir aquí sobre la obviedad de la conveniencia acerca de obedecer los mandatos bíblicos. Eso es muy claro para quienes son creyentes verdaderos.
La Biblia sostiene claramente que la esposa debe estar sujeta al esposo y que éste debe proveer para su familia; mientras la mujer instruye a sus hijos en justicia, el hombre es el responsable ante Cristo de que así se haga. Mientras que la esposa debe estar sujeta al marido, el esposo debe ejercer su jefatura de manera amorosa, tal y como Cristo ejerce su jefatura sobre la iglesia. Ese es el orden celestial. Lo contrario, es enseñanza de demonios, doctrina torcida; y quien enseñe estas desviaciones como si fueran doctrina de YHWH, son anatema.

Sorprendentemente, este arreglo bíblico ha sido violado flagrantemente por líderes y denominaciones que se autoproclaman como “cristianas”. Hoy vemos iglesias y “ministerios” dirigidos y controlados por mujeres; esposas que manipulan a sus esposos mediante amenazas, chantaje emocional y sexual, o con órdenes directas para que –a su vez- ellos sigan a tal o cual pastor, iglesia o doctrina.
Alegan estas mujeres modernistas, que “los tiempos han cambiado y la mujer cristiana de hoy debe progresar al ritmo de la civilización”, una manera eufemística para coaccionar a que el evangelio sea desobedecido.

En la mayoría de las iglesias denominacionales de hoy, vemos a jovencitas –y no tan jovencitas- aprovechando las reuniones de culto para lucir escotes pronunciados, pantalones ajustados, maquillaje exagerado, vestidos costosos, o el “último grito de la moda”, desatendiendo las exhortaciones bíblicas a la castidad, la sujeción al esposo y la decencia y el pudor necesario ante los hombres, mucho más proclives al “deseo de los ojos” que las mujeres.

Conozco personalmente el caso de la Misión Carismática Internacional, donde las reuniones dominicales se convierten en un desfile de modas atrevidas y poco discretas, con jovencitas que danzan contoneándose exageradamente al ritmo de “regaetton cristiano”, “rock cristiano” u otras danzas sensuales que han sido “cristianizadas” bajo la excusa de estarse meneando sensualmente para la “gloria de Dios”. También, en la MCI, su líder Claudia Rodríguez de Castellanos insta a las mujeres a desarrollar su “ministerio” independientemente de la opinión de sus esposos a quienes se refieren como simples proveedores materiales. Algunas de las “pastoras” menores que están un poco más abajo en la pirámide de autoridad del G12, son animadas a “realizarse” como mujeres profesionales para que abandonen sus hogares, dejando a sus pequeños hijos al cuidado de terceros y convirtiendo a sus esposos en simples espectadores o apoyadores de esta “liberación femenina cristiana”. Los hombres que se opongan a este extraño arreglo, son vistos con malos ojos y censurados por sus líderes inmediatos. Fui testigo presencial de la manera en que algunas mujeres desatendieron a sus esposos y sus pequeños hijos –aún lactantes- en aras de esta falacia que no es más que un burdo engaño del mayor de todos los mentirosos. Vi hogares destruidos porque las mujeres, envalentonadas por Claudia de Castellanos, se rebelaban contra la autoridad del hombre y, buscando su autorrealización personal y profesional, sacrificaban sus familias creyendo que esto era algo aprobado por Dios. Prefirieron la gloria del mundo que el arreglo divino.

Enseña Claudia de Castellanos que la esposa es quien debe manejar las finanzas del hogar, que el hombre debe trabajar y proveer pero que la mujer tiene más sabiduría para definir cómo, cuándo y en qué se debe invertir el dinero. Una de las cosas en que se debe invertir, según esta “sabiduría”, es -por supuesto- en ofrendar generosamente a los pastores Castellanos. También, dicen, se debe invertir en maquillaje, perfumes costosos y ropa de moda para las esposas. Todo esto lo enseñan de manera jocosa, divertida; pero a pesar de su aparentemente inofensiva frivolidad, tales doctrinas han logrado socavar muchos matrimonios de esa denominación. Y no solamente de esa.. de muchas más.

Por supuesto, los líderes religiosos saben que las mujeres son mucho más influenciables que los hombres, más obedientes y sumisas con sus guías místicos y, al mismo tiempo, saben del poder femenino para influenciar a sus esposos y controlarlos mediante la persuasión, la frontal confrontación, o el chantaje de todo tipo. Todo eso lo conocen estos líderes perversos y por ello el centro de sus mensajes y discursos va dirigido a la “emancipación” de la mujer del supuesto “yugo” de sus maridos, mientras –obviamente- las van sujetando a su propio control. Las “liberan” de la dirección de sus esposos pero, al mismo tiempo, las sujetan bajo el influjo de ellos, los líderes espirituales. ¿Para qué..? Para satisfacer su codicia:
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque devoráis las casas de las viudas, y como pretexto hacéis largas oraciones; por esto recibiréis mayor condenación
. (Mateo 23:14)

Los líderes religiosos de todas las religiones saben muy bien que primero deben conquistar la voluntad de las mujeres ya que, por medio de ellas, ganarán las finanzas del esposo, sea este creyente o no. Pablo también habló del asunto:
También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita. Porque de éstos son los que se meten en las casas y llevan cautivas a las mujercillas cargadas de pecados, arrastradas por diversas concupiscencias. Estas siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad.
(2 Timoteo 3:1-7)

Pablo advierte contra los líderes religiosos que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella, y dice que ellos son los que entran a las casas y engañan a las mujeres para su propio provecho y la ruina de ellas y sus familias.

Por supuesto, la enseñanza de que la mujer debe estar sujeta a su esposo, no goza de mucha popularidad en esta época moderna. Pablo lo sabía. Y también Judas quien escribió advirtiendo de las enseñanzas falsas que convierten en libertinaje la gracia de Dios y que apuntan a valerse de los deseos propios del humano pecador, para sacar provecho de ello:
Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo. Estos son murmuradores, querellosos, que andan según sus propios deseos, cuya boca habla cosas infladas, adulando a las personas para sacar provecho.
(Judas 1:4,16)

Y es que, a pesar de la claridad de la norma bíblica, quienes tuercen la verdad arguyen esgrimiendo filosofías o valiéndose de explicaciones tales como “es que los tiempos cambian”, “Dios no odia a las mujeres” “Dios no puede ser machista”, etc., para corromper principios divinos que han sido diseñados para nuestro beneficio.
Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.
(Efesios 5:22-24)Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y respetuosa. Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios. Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos; como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor. (1 Pedro 3:1-6)

Aunque esta doctrina no sea muy popular en esta época, no hay razón para pensar que Dios acomoda sus normas morales de acuerdo a los tiempos en que se vive. Por otro lado, para reafirmar que la jefatura del hombre debe ser amorosa, Pedro sigue diciendo:
Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.
(1 Pedro 3:7)

Las mujeres no son, de ninguna manera, cristianas de tercera categoría; son coherederas de la gracia de Dios conjuntamente con el hombre. Pero el arreglo, al menos antes de recibir el galardón de la vida eterna, es que las esposas sean obedientes a sus esposos.

Por otro lado, contrario a las enseñanzas de las líderes religiosas, de “emancipación” de la mujer, Pablo es muy claro en el rol de la mujer cristiana:
Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien; que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada.
(Tito 2:3-5)

Como se mencionó atrás, hoy, “pastoras” y otras líderes religiosas hacen estridentes llamados a “libertad de la mujer” –que confunden con el abuso de ella- y a la revolución contra la jefatura de sus esposos. Las instan a que entreguen el cuidado de sus hijos a otras personas y a que salgan de casa en búsqueda de su independencia y su realización como profesionales. Eso no tiene sustento bíblico.
Porque hay aún muchos contumaces, habladores de vanidades y engañadores, mayormente los de la circuncisión, a los cuales es preciso tapar la boca; que trastornan casas enteras, enseñando por ganancia deshonesta lo que no conviene.
(Tito 1:10-11)

Ciertamente, enseñanzas como las de Claudia de Castellanos, o las Moreno Piraquive (todas metidas en el poder político de Colombia) –que las esposas deben buscar su realización profesional a costa de sus hogares, que deben ser “líderes” políticas y poderosas industriales o prósperas empresarias- no son enseñanzas cristianas; son enseñanzas de engañadores que, como ellas, César Castellanos (y muchos más, a decir verdad) trastornan la verdad para sacar provecho y lucro personal de la mentira. Los Castellanos han esclavizado a decenas de miles de incautos que los obedecen ciegamente y que, en cada época de elecciones políticas electorales, corren a depositar sus votos por quienes ellos ordenen, o sus ofrendas y diezmos que los hace cada vez más ricos y poderosos. Y es que los Castellanos, al igual que todos los líderes religiosos, exigen una obediencia ciega cuando instan a sus fieles a diezmar, ofrendar o regalar sus propiedades a los Castellanos, porque el trasfondo de todo este control totalitario mediante la desviación perversa del evangelio, es el amor al dinero. Eso es lo que mueve al mundo.
¿Cuál es la razón por las cuáles la mujer no puede enseñar a la iglesia?


Después de que Pablo dice que “no permito a la mujer enseñar”, pasa a explicar la razón:
Pues Adán fue formado primero, después Eva; y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión. (1 Timoteo 2:13-14)

Esa es, dice Pablo bajo inspiración divina, la razón por la cual la mujer no puede enseñar a la congregación: que Adán fue creado primero y que Eva fue engañada.

Si repasamos el relato de Génesis, vemos que Dios formó primero al hombre y que luego, de la costilla de él, hizo a la mujer como “ayuda idónea” para el hombre. “Ayuda idónea” no significa que sea inferior a él; pero sí que quien lleva la delantera es el hombre mientras que la mujer debe convertirse en el apoyo y ayuda en el camino que abre y dirige el hombre.

De acuerdo al relato de Génesis, Eva fue engañada por la serpiente y cayó en transgresión. Adán, aunque no fue engañado, prefirió correr la suerte de su compañera cediendo a sus encantos, en cambio de haber seguido las órdenes de Dios. Sin embargo, aunque Adán no fue engañado, sino que fue seducido por la mujer para desobedecer a Dios, esto no disminuyó su responsabilidad ante el Creador; lo que sucedió no fue excusa para pecar. En Romanos 5, Pablo responsabiliza a Adán de la introducción del pecado en el mundo. Sin embargo, es claro que el apóstol sabe que Eva jugó un papel significativo en la caída en el pecado. De alguna manera, todas las mujeres han heredado este influjo sobre el sexo masculino. Un influjo poderoso que puede acarrear la desgracia de apartarse de Dios.
Y he hallado más amarga que la muerte a la mujer cuyo corazón es lazos y redes, y sus manos ligaduras. El que agrada a Dios escapará de ella; mas el pecador quedará en ella preso.
(Eclesiastés 7:26)

Contrario a la mujer sensata, que obedece las normas de Dios y está sujeta a su marido, las Escrituras nos muestra a la otra clase de mujeres, las insensatas y alborotadoras que no obedecen el mandamiento de Dios:
La mujer insensata es alborotadora; Es simple e ignorante. Se sienta en una silla a la puerta de su casa, En los lugares altos de la ciudad, Para llamar a los que pasan por el camino, Que van por sus caminos derechos. Dice a cualquier simple: Ven acá. A los faltos de cordura dijo: Las aguas hurtadas son dulces, Y el pan comido en oculto es sabroso. Y no saben que allí están los muertos; Que sus convidados están en lo profundo del Seol.
(Proverbios 9:13-18)

Hay muchísimos casos en las Escrituras acerca de las mujeres que hicieron apartar a hombres y pueblos enteros de la adoración exclusiva de Dios. El mismo Salomón, famoso por su sabiduría, cayó en las mieles femeninas de las extranjeras y apostató.
¿No pecó por esto Salomón, rey de Israel? Bien que en muchas naciones no hubo rey como él, que era amado de su Dios, y Dios lo había puesto por rey sobre todo Israel, aun a él le hicieron pecar las mujeres extranjeras.
(Nehemías 13:26)

También, además de Salomón, muchísimos hombres desatendieron el mandato divino y cayeron en desgracia.

No des tu fuerza a las mujeres, ni tus caminos a las que destruyen a los reyes.
(Proverbios 31:3)
Los opresores de mi pueblo son muchachos, y mujeres se enseñorearon de él. ¡Pueblo mío, los que te guían te engañan y tuercen el curso de tus caminos!
(Isaías 3:12)
¿Quiere decir esto que las mujeres juegan un papel secundario en el arreglo divino para la predicación del evangelio...?
No. Cualquier que haya leído juiciosamente el Nuevo Testamento, puede darse cuenta de que las mujeres jugaron un rol importante en el establecimiento de la fe.

Además de sus esposas, hubo mujeres valientes que acompañaron a los apóstoles en el anuncio del evangelio. Cuando Apolos llegó a Éfeso -habiendo conocido del Señor, pero siendo solamente discípulo de Juan el bautista-, Aquilas y su esposa Priscila lo instruyeron en el camino de Dios. Priscila siempre acompañó a su esposo en la obra de evangelización, hospedando y atendiendo a los cristianos que visitaban su casa.

Así que las mujeres pueden orar y profetizar en público (1 Corintios 11:5). Pero no pueden llevar la delantera en las congregaciones, en la iglesia de Cristo. Ellas deben callar y aprender en silencio:
Las mujeres guarden silencio en las congregaciones; porque no se les permite hablar, sino que estén sujetas, como también lo dice la ley. Si quieren aprender acerca de alguna cosa, pregunten en casa a sus propios maridos; porque a la mujer le es impropio hablar en la congregación. (1 Corintios 14:34-35)

De esto se colige que las mujeres pueden enseñar en privado o en sus hogares a otras mujeres. Pueden enseñar cosas buenas, hábitos útiles (Tito: 2:3) pero siempre en la doctrina de Cristo y sin usurpar el papel del padre en enseñar tal doctrina. (Proverbios 1:8) Timoteo recibió, él mismo, instrucción de su madre creyente y de su abuela. Pero las mujeres no enseñaban en las congregaciones. El Espíritu Santo reitera una y otra vez que son los hombres quienes deben enseñar en las iglesia (sin que por “iglesia”, se entiendan los templos o las denominaciones “cristianas”, en las cuales existen jerarquías que Dios reprueba).

En el texto citado (1 Corintios 14: 34-ss) Pablo dice que si una mujer quiere aprender algo, debe preguntar en casa a su marido porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación. Pablo estaba seguro que una enseñanza así iba a levantar un gran descontento en la iglesia de Corinto. Pero aún así, lo dijo con valentía.

Tan serio es el asunto, que Pablo sigue diciendo, respecto a esta orden de que la mujer no enseñe:
¿Salió de vosotros la palabra de Dios? ¿O llegó a vosotros solos? Si alguien cree ser profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo es mandamiento. Pero si alguien lo ignora, él será ignorado.
(1 Corintios 14:36-38)

Pablo es muy claro al afirmar que la prohibición a las mujeres de enseñar públicamente, proviene de Dios. Quienes afirmen ser cristianos, deben reconocer que esto es mandamiento de Cristo para su iglesia. Quien no lo haga, quien prefiera seguir el “buen juicio” del mundo, ignorando a Cristo, será –a su vez- ignorado y desechado por el Cabeza: Cristo Jesús.

Como Priscila, las mujeres pueden enseñar la Palabra, pero deben hacerlo ajustándose a las limitaciones que les impone el Nuevo Testamento. Es decir, pueden enseñar a otras mujeres, pueden enseñar a los niños, pueden enseñar uno a uno. Pero cuando la iglesia está reunida, la mujer debe aprender en silencio.

Así que, las mujeres que violan mandamiento de Dios ocupando un púlpito para predicar y enseñar, están en realidad deshonrando al mismo Cristo. No pueden tener su aprobación. Y, la verdad sea dicha, esta costumbre de las denominaciones “cristianas”, de permitir que las mujeres conduzcan y enseñen, está mostrando claramente que no provienen de Dios sino de la misma serpiente que engañó a Eva y que hoy hace que los hombres transgredan los mandamientos de Dios al seguir a mujeres que, como las extranjeras y rameras de las que hablan Proverbios y el resto del Antiguo Testamento, hacen que el pueblo de Dios siga a otros dioses en vez de seguir a Cristo.

Así que la decisión es suya –como siempre lo permite Dios. Cada uno debe escoger si sigue, por miedo a la burla o a ser considerado anacrónico, las filosofías mundanas de diversos movimientos “liberacionistas femeninos”; o, por el contrario, si obedece la inalterable Palabra de Dios que es la única en la que reside la verdadera libertad. Una libertad que Cristo ganó para quienes escogemos seguirlo.

Todas las denominaciones “cristianas”, organizaciones de hombres que se yerguen sobre otros alegando haber sido delegados por el mismo Dios para someter a sus ovejas, son empresas para producir dinero y utilizarán cualquier argumento posible para mantener bajo su yugo a quienes buscan a Cristo.

Mi posición personal es que los cristianos deberían aceptar la libertad que nos da Cristo (libertad bajo control por su Palabra) y rehusar ser incluido en cualquier organización religiosa donde sus líderes reclaman la obediencia debida solamente a Cristo; es decir, los cristianos deberían apartarse de las denominaciones, que no son más que organizaciones corporativas donde se sigue a hombres en vez de a Cristo.

Todo cristiano debería obedecer solamente al Evangelio y formar parte de la comunidad cristiana como un todo, mediante la fe, que es diferente a asistir regularmente a templos y demás sedes de esas organizaciones. Esto, por supuesto –y lo digo por experiencia propia-, demandará fortaleza de cada cristiano para oponerse al autoritarismo y a las exigencias “oficiales” de las diversas ramas institucionales de lo que erróneamente se conoce como “iglesia”. Quien decida obedecer a Cristo debe saber que atraerá sobre sí el escarnio público, la persecución y las burlas, aún de quienes digan llamarse cristianos.

Habrá quienes aleguen que esta actitud es un llamado al libertinaje. No es así. Cuando un creyente decide obedecer a Cristo, se comunicará con otros cristianos y los considerará como sus hermanos; por lo tanto, las normas universales bíblicas respecto a la convivencia entre cristianos, aplicará más universalmente sin que esté delimitada por sesgos denominacionales.

Creo firmemente que la única religión verdadera es el cristianismo mismo, no alguna denominación, confesión, iglesia o sistema religioso que alegue ser cristiana. Así mismo, estoy plenamente seguro de que la verdad no se encuentra en ninguna organización religiosa humana, sino que se halla en las Escrituras. Cada persona, de manera individual, tiene la responsabilidad de encontrarla; ya sea que alguien lo guíe o no, cada individuo responderá personalmente ante Dios por el camino que haya decidido tomar.

En la búsqueda de esa verdad, cada persona podrá disentir sobre algunos puntos no relevantes ni explícitos en las Escrituras. Pero jamás podrán existir dos verdades simultáneas que se opongan entre sí. O es cierto que Jesús delegó hombres para que gobiernen espiritualmente sobre otros, o solo tenemos un Cabeza, Cristo; o las mujeres sí pueden enseñar públicamente y dirigir la iglesia de Cristo, o ellas deben callar en las congregaciones; o es cierto que Jesús es Dios, o no lo es. No pueden existir dos verdades opuestas; si reconocemos que una cosa es verdad, su opuesto debe ser mentira.

Si estamos gobernados por el Espíritu Santo –y es él quien nos guía a toda verdad- no deberíamos tener problema en reconocer la verdad ni en estar unidos en una sola fe y bajo un solo Cabeza: Cristo:
Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo. (Efesios 4:13-15)


Tomado de R. Puente M.